En 1996 los arquitectos de Barcelona Eva Prats y Ricardo Flores recibieron el encargo para convertir un antiguo lavadero en un ático. Con tan solo 27 m2, el espacio es mínimo, se trata de una vivienda temporal. Prats y Flores, en colaboración con el estudio de arquitectura de Mallorca Duch-Pizà, entregaron su proyecto en dos maletas. Su “Casa en una Maleta” consiste en dos grandes contenedores en el centro de la habitación que pueden abrirse de diferentes modos a lo largo de todo el día para responder a las necesidades diarias.