Buscando la arquitectura del mínimo impacto, el “nido” se inspira de las construcciones agrícolas tradicionales. Su forma y su textura familiar rinden homenaje a las granjas tradicionales, buscando un encanto discreto. Esta imagen pastoral dicta la elección de materiales locales ampliamente disponibles, como la paja y la madera, materiales con un impacto ecológico casi inexistente. Lejos de crear una vivienda arcaica, la referencia al patrimonio rural es una base para la innovación técnica en términos de comodidad, ambiente y eficacidad energética. El esfuerzo de integración en el paisaje conduce a reinterpretar distintas técnicas tradicionales confirmadas. El “nido” nace también de una reflexión sobre el carácter efímero de las construcciones. En efecto, si el edificio parece masivo, la mayor parte de su materialidad es totalmente renovable.